30º Aniversario de la muerte de René Goscinny


Un paro cardiaco puso fin hace hoy 30 años a la vida de René Goscinny, que dejaba para la posteridad personajes inmortales como Astérix, Lucky Luke o el pequeño Nicolás, desempolvados estos días en memoria de su creador.
Dos biografías del autor llegan a las librerías francesas aprovechando la efeméride del guionista francés de origen judío polaco, crecido en Buenos Aires y enterrado en Niza bajo el sobrio epitafio de "René Goscinny, escritor". Pero Goscinny, que murió a los 51 años, fue más que un escritor. Considerado el inventor del oficio de guionista de cómic, el autor ha dado a este género algunas de sus más conocidas viñetas asociado a dibujantes como Albert Uderzo, Morris o Sempé.
De su imaginación y del lápiz de los artistas fueron emergiendo un tropel de personajes que figuran ya con nombre propio en el imaginario colectivo de medio mundo y frases que se han hecho un hueco en varios idiomas. "El hombre que disparaba más rápido de su sombra" o aquel que "no podía tomar la pócima mágica porque se había caído en la marmita de pequeño" se han convertido en leyendas del cómic y en un extraordinario negocio. Se calcula que de su incansable labor a los mandos de su inseparable máquina de escribir, siempre la misma Royal Keystone, salieron unos 2.000 personajes que han permitido vender más de 500 millones de ejemplares en 130 países, con sus correspondientes traducciones.
En primera línea de fuego Astérix, el irreductible guerrero galo, y la tropa que puebla la aldea que pone en jaque a Julio César, una idea que nació en dos horas junto a su amigo Uderzo en 1959 y que pasó de las páginas de la revista "Pilote" a cobrar vida propia en forma de más de treinta aventuras que sistemáticamente se han convertido en fenómenos editoriales. O Lucky Luke, el cowboy solitario que ideó junto a Morris y que no para de perseguir a los hermanos Dalton; o las aventuras del pequeño Nicolás que han acompañado la infancia de niños de todo el mundo.
Un tropel de personajes que salieron de la imaginación de un hombre que había tenido una vida de novela. Nacido en agosto de 1926 en el centro de París, hijo de una familia judía de origen polaco, Goscinny pasó su infancia y buena parte de su adolescencia en Buenos Aires, donde su padre, ingeniero químico, fue contratado cuando René tenía dos años. Allí vivió hasta que en 1945 se mudó a Nueva York y, posteriormente, regresó a Europa, primero a Bruselas y después a París, donde se instaló definitivamente. Dibujante de vocación, Goscinny descubrió pronto que su talento era más propicio para la escritura y comenzó a idear guiones para otros autores.
Trabajador infatigable, Goscinny llegó a dirigir la revista de cómic "Pilote", en la que dio cabida a dibujantes revolucionarios que marcaron el género en los años siguientes. Su fuerza creadora y su carisma le convirtieron en un referente que relanzó el género del cómic en Francia y en el mundo. Convertido en un "productor cultural", Goscinny abrió unos estudios de dibujos animados bautizados como Idéfix, deseoso de competir con el imperio Disney. La idea no fue un gran negocio, nada que hiciera presagiar el gran éxito que las aventuras de Astérix tienen en la actualidad adaptadas al cine.
Sumergido en sus problemas, entristecido por el cáncer de mama que padecía su esposa, enfrentado a editores franceses por temas de derechos de autor, el fumador empedernido Goscinny sufrió una angina de pecho que le obligó a consultar a un cardiólogo. En su consulta, mientras efectuaba un test de esfuerzo, sufrió un dolor en el brazo. Posteriormente se derrumbó en brazos de su esposa y murió

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